Al implementar programas dentro de espacios como el Museo de la Revolución en la Frontera, nos hemos encontrado con la oportunidad de hablar de temas históricos usando nuestro arte de una forma que nos ha funcionado con nuestros proyectos.
De ninguna forma pensamos que es la única forma ni la mejor, es la que nos ha funcionado a nosotros en obras como La Silla Embrujada, Viva México y Para la Muerte un Vivo.
Para poder hablar de hechos históricos, primero hay que hablar de un tema en específico, hay que selecionar un aspecto de lo ocurrido. Para hacer esto nos podemos enfocar en un detalle, una idea, una visión, un aspecto o una sola parte del hecho. Así podremos simplificar nuestra idea y comunicarla de forma eficaz a nuestro público que puede estar conformado de niños, adultos o personas mayores.
Es importante desmitificar a los personajes históricos. Tal vez nuestro público ha leído sobre las personas que vamos a interpretar o tienen algun concepto de ellos, pero con el enfoque que le vamos a dar podemos utilizar recursos como la irreverencia con los títeres para que los espectadores se rían y se relajen.
Debemos hacer nuestra tarea: investigar. Es cuando investigamos los hechos que podemos encontrar datos curiosos o anécdotas chistosas. Esto es más interesante y convertirá la función en algo memorable y ameno para el público en vez de utilizar puras fechas o nombres de personas y/o lugares.
Tampoco vamos a omitir fechas ni nombres por completo. El propósito continúa siendo educativo. Pero esos datos son recursos que podemos utilizar con prudencia. No tenemos que ser 100% fiel al hecho histórico conforme a la versión oficial. Lo importante de la historia es conocerla y saber cómo ese hecho nos puede ayudar con lo que pasa en la actualidad.
Utilizamos el hecho histórico como alegoria o parábola para buscar aplicacion o enseñanza actual. La historia nos sigue hablando.
Si buscamos referencias a sucesos actuales y comparamos, evidenciamos que la historia se repite.
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